martes, 19 de mayo de 2009

LA PLAZA VIEJA


FOTO: Ahmed Velázquez


• Llamada en sus inicios como la Plaza Nueva, a mediados del siglo XVI, para convertirse en centro de múltiples significaciones: residencial, comercial, cívico y recreativo, caracterizada por la ausencia de construcciones religiosas o político militar. Se encuentra rodeada por las calles Muralla, Mercaderes, Teniente Rey y San Ignacio, y en ella vivió lo más selecto de la burguesía criolla hasta el siglo XVIII.
Esta plaza fue un lugar importante de experimentación en la arquitectura doméstica criolla, donde alcanzó su pleno desarrollo el tipo de vivienda de dos pisos y techos cubiertos de tejas, que fue introducido en las últimas décadas del siglo XVII, mantenido así, hasta el siglo XIX donde se comenzó a construir la casa con azotea y la sustitución de los balcones de madera por hierro. También se introducen las persianas, lucetas, porta-faroles y otros elementos decorativos de tendencias eclécticas, neocoloniales o influidas por el art nouveau.
En 1835 se terminó en su centro el monumental Mercado de Cristina, en honor a la reina, sustituido en 1908 por un parque que duró hasta el año 1952 y luego se construyó un aparcamiento semisoterrado, que desvirtuó el espacio urbano totalmente. La plaza entra entonces en una etapa de decadencia, producto de actividades que deterioraron su entorno.
A partir de 1978 se comenzó, por el Departamento de Monumentos de la Dirección de Patrimonio Cultural, el anteproyecto de restauración de la Plaza Vieja. Entre los trabajos realizados en los últimos años, por la Oficina del Historiador de La Ciudad de La Habana, los especialistas lograron hacer el pavimento con nuevos adoquines. Además, se construyó una fuente al centro, que es una réplica en mármol de Carrara y constituye una atracción al visitante. Ya en este lugar, antiguamente, existió una que suministraba agua a los vecinos.
Varias edificaciones complementan el atractivo del sitio. Una de las viviendas más antigua del entorno corresponde al lugar donde vivió Don José Martín Félix de Arrate, considerado el pionero de los historiadores habaneros. Otra significativa es la casa de los Condes de Jaruco, entre otras, además de museos, hostales y centros culturales.
Las hermosas edificaciones de alto valor patrimonial, amplios portales con arcadas y comercios de las más variadas formas, conforman el conjunto más armónico de la antigua ciudad. •

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