jueves, 7 de mayo de 2009

La Lonja del Comercio

FOTO: Coralia Rivero

• En la plaza de San Francisco de Asís, colocado en un lugar privilegiado frente al convento y a la Aduana, se erige la Lonja del Comercio de La Habana, catalogado por el historiador Emilio Roig de Leuchsenring como “uno de los edificios más notables de la primera década del siglo XX.”
Sus orígenes se remontan a 1878, cuando los comerciantes se organizaron en la sociedad privada Lonja de Víveres, y les fue concedido el permiso por el gobernador don Arsenio Martínez de Campos y Antón, para que las reuniones que se efectuaban en el muelle, donde los comerciantes examinaban los productos y acordaban precios, fueran hechas en la casa de la Calle de la Lamparilla.
Fueron varios los lugares que ocupó la Lonja del Comercio, hasta que en el año1903 se lanzó una convocatoria para el nuevo proyecto del edificio y el ganador fue el escultor, poeta y dramaturgo valenciano Tomas Mur El objetivo estético de este proyecto era que las naves que entraran al puerto tuvieran una atractiva vista del comercio en esta plaza.
La compañía norteamericana Purdy and Henderson estuvo encargada de su ejecución, en donde se resaltaron los elementos típicos de la arquitectura renacentista en su fachada, y en los interiores una influencia morisca, por lo cual su diseño arquitectónico no se ciñó a la pureza de un estilo, sino que se le dio un carácter ecléctico. Su estructura está compuesta por seis plantas, un amplio portal con arcadas y una cúpula rematada por la figura en bronce del dios Mercurio, símbolo del comercio, y es una copia de la obra del artista italiano Juan de Bolonia, discípulo y amigo de Miguel Ángel.
Entre Los elementos decorativos se encuentran: figuras humanas, cuernos de la abundancia, timones de barco, anclas, leones, conchas estriadas, entre otras.
En una ceremonia religiosa y política del 28 de marzo de 1909, y en presencia del presidente de la República José Miguel Gómez, quedó inaugurada la Lonja del Comercio de La Habana.
Con el paso de los años y con el cambio de diversos dueños, el edificio sufrió de transformaciones sucesivas en su interior, que fueron de mal gusto. No obstante, conservó los rasgos fundamentales de su diseño.
En 1995 la Oficina del Historiador de la Ciudad, asumió su restauración y el nuevo modelado de sus espacios para modernas oficinas. Con este fin surgió la sociedad cubano-española Áurea, propietaria e inversionista de la obra.
Hoy la Lonja tiene las características propias de un edificio inteligente por sus servicios automatizados. Los arrendatarios pueden escoger el límite y el diseño de sus oficinas. Además disponen de cafetería con bar, tele-correo internacional, minicentral telefónica y salón para diversas funciones. Todo al servicio de las
firmas comerciales radicadas en Cuba. •

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