jueves, 26 de mayo de 2011

El mural de la calle Mercaderes



FOTOS: Coralia Rivero • Hay obras de arte que al pasar frente a ellas, nos atraen con un magnetismo impresionante y una de ellas es este mural que nos transporta a la era colonial habanera por su dimensión y su gran realismo. En él están representados 67 personajes importantes de la época, donde muestran una escena frente a la fachada del palacio del Marqués de Arcos, que fue sede del Liceo Artístico y Literario de La Habana hacia 1844.
Entre las figuras de intelectuales y artistas representadas en el mural, donde algunas fueron seleccionadas por el Doctor Eusebio Leal, aunque no coinciden cronológicamente con la época o no tuvieran vínculo directo con el Liceo, se encuentran: Carlos Manuel de Céspedes, Gertrudis Gómez de Avellaneda, el Obispo Espada, la Condesa de Merlín, Brindis de Salas y el poeta Plácido entre otros.
El autor de esta obra se llama Andrés Carrillo quien realizó un trabajo minucioso de investigación y estudio sobre la época colonial y utilizó un material novedoso en Cuba que incluye una textura de piedra natural preparada a una medida del grano específica y embebida en resina acrílica, de gran resistencia y durabilidad a la intemperie. A partir de cuatro colores: marrón, rosa coral, negro y beige claro, obtuvo una gama tonal de 13 tintes que le dieron un acabado perfecto.
La realización de esta obra concluyó el 27 de diciembre del año 2000, con una dimensión aproximada de 300m² y compuesto por 52 paneles. Requirió del trabajo de muchas personas como el arquitecto Jaime Rodríguez, el escultor Nicolás Ramos Guiardinú, varios alumnos de la Escuela de San Alejandro y algunas instituciones.
Todo el que visite La Habana Vieja y quiera viajar en la historia, debe observar este mural en la calle Mercaderes entre Tacón y O’Reilly, pues es un homenaje a la cultura cubana y un bello recuerdo. •

martes, 29 de marzo de 2011

El Museo del Ron - Casa de los Condes de la Mortera


FOTO: Coralia Rivero
• Esta mansión fue construida entre los años 1772-1780, cuando pertenecía en propiedad al matrimonio Don José Fajardo Covarrubias y Doña Josefa Montalvo. Años más tarde en 1892, Don Ramón de Herrera, acaudalado naviero que ostentaba el título de Tercer Conde de la Mortera la compró para instalar sus oficinas de negocios.
La composición y originalidad en su arquitectura la destacan entre las primeras edificaciones del siglo XVIII. Su monumental fachada con estructura simétrica, está ubicada frente a la bahía de La Habana en la avenida de San Pedro 262, más conocida como avenida del Puerto de la ciudad.
La portada principal tiene unos cuatro metros y medio de altura y es unas de las mayores con una complicada y angulosa guarnición en su diseño. En su interior, adornado con plantas tropicales, se encuentra un bonito patio con dos arcadas en cada uno de sus cuatro lados que contrasta, por sus pequeñas dimensiones, con el resto de la casa.
Al igual que muchas edificaciones fue teniendo algunas transformaciones de acuerdo a la época del siglo XIX, cuando fueron sustituidos los techos de tejas por la cubierta plana de azotea y sus balcones de madera se sustituyeron por el hierro.
En la década del 60 del siglo XX estuvo ocupada por la Empresa de Navegación Mambisa en 1961, luego por la Academia de Ciencias en 1965 y en 1968 pasó al Consejo Nacional de Cultura.
Fue restaurada por los especialistas del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología en 1990, quienes eliminaron los añadidos que atentaban contra su imagen original, para entregarla al Ministerio de Cultura y así fue conocida entonces como la Casa del Joven Creador.
Más tarde, la Dirección de Arquitectura Patrimonial de la Oficina del Historiador, lo transforma en lo que es hoy el Museo del Ron, donde su principal atractivo es el trayecto con un guía que explica todo el proceso de la producción del ron desde sus inicios en la historia de esta bebida de la caña de azúcar, por medio de instalaciones montadas con esmero donde se aprecia desde el duro trabajo de los negros esclavos en el trapiche hasta nuestros días.
Al final del recorrido el visitante, en un ambiente del olor típico de la fermentación, puede degustar el exquisito Ron Havana Club o recibir clases de coctelería en una amplia gama de tragos cubanos de mayor reconocimiento internacional.•