viernes, 22 de julio de 2016

Los bailadores en zancos

FOTO: Coralia Rivero
• Unas de las actividades culturales que se realizan en La Habana Vieja son los bailes sobre zancos, a cargo de un grupo llamado Gigantería, integrado por jóvenes del teatro callejero que han rescatado las tradiciones de la cultura afrocubana de La Habana colonial. Se presentan con trompetas, tambores, vestidos con trajes de alegre colorido y haciendo malabares en fiestas callejeras que atraen la atención de todos. Además, utilizan la animación de muñecos de grandes dimensiones y la interpretación musical de una conga que contagia y alegra. Estos artistas son como una familia que se han sumado a los esfuerzos de la Oficina del Historiador de La Habana, para preservar algunos de los valores culturales que definen la espiritualidad cubana de quienes transitan por sus adoquinadas calles. Los zancos fueron los primeros en utilizarse en estas actividades, pero con el paso de los años se fueron incorporando los malabares con pelotas o clavas, las habilidades con fuego, soga, bastones y cadenas, así como también el uso de la voz y la plasticidad corporal. El grupo promueve el arte de las estatuas vivas en Cuba, produciendo una diversa galería de personajes fantásticos de la mitología y el imaginario popular que muestran un gran valor gestual. Otras de sus funciones son fomentar una labor pedagógica con otros grupos que realizan teatro callejero, a través de conferencias, talleres y presentaciones conjuntas. También comparten con artistas de otros países, donde se propicia un aprendizaje mutuo. En algunos de sus espectáculos teatrales interactúan con los transeúntes, con intervenciones que van desde performances hasta puestas en escenas, concebidas para el entorno de una plaza pública. Gigantería ha logrado un sello muy particular, utilizando elementos de la tradición cultural, unido a conceptos y visiones de la actualidad.•

viernes, 29 de enero de 2016

Palacio de los Condes de Santovenia-Hotel Santa Isabel

• En la Plaza de armas, por la calle Baratillo se encuentra una residencia de estilo neoclásico, que por su extensión y carácter arquitectónico, es digno contrapunto de los palacios del Segundo Cabo y el de los Capitanes Generales: el llamado Palacio de los Condes de Santovenia. Esta casa se construyó en los últimos años del siglo XVIII para el habanero Dr. Julián F. Martínez de Campos, Conde de Santovenia, que entró en posesión de su título nobiliario por Real Decreto de Fernando VII, el 7 de mayo de 1824.
Ya en 1832 pasa la propiedad del palacio al sobrino de éste, llamado José María Martínez de Campos que también fue titulado Conde de Santovenia y durante los años que habitó en él realizó varias mejoras, como fue poner la baranda de hierro —que lleva en el paño de la esquina sus iniciales— y algunos arreglos interiores, entre otros. Las habitaciones altas estaban lujosamente amuebladas y la planta baja se encontraba dedicada a los almacenes. En 1833 se celebraron ante esta mansión extraordinarias fiestas, en una de las cuales se efectuó la ascensión de un globo aerostático sin aeronauta. El pintoresco globo rojo, elevado desde la azotea del palacio, llevaba un emblema dedicado a la princesa Doña María Isabel de Borbón que recién ascendía al trono de España. Todo el edificio estaba iluminado con velas colocadas en tres mil vasos de varios y vivos colores que seguían la línea de las doce columnas sobre las que descansan once arcos formando un elegante pórtico. Entre los años 1867-68 en esta mansión se encontraba instalado el Hotel Santa Isabel. Un cronista norteamericano reseñó en su obra “Cuba a pluma y lápiz”, que la antigua residencia del Conde de Santovenia, convertida en hotel, era el mejor de la ciudad, por sus habitaciones grandes y aireadas. Veinte años después, en la planta alta de este palacio, se construyó la Lonja de Víveres de La Habana, y más tarde en 1943, fue totalmente remozado sin cambiar su primitiva construcción. A partir de marzo de 1997 y operado por el grupo Habaguanex S.A., es convertido en el hotel de lujo Santa Isabel donde ofrece las comodidades de un centro con categoría cinco estrellas, con la particularidad de un ambiente acorde con el entorno colonial donde se localiza. Muchos reconocimientos y elogios han sido aportados por varias personalidades, como los estadounidenses Jack Nicholson y Bruce Willis, o la vedette cubana Rosita Fornés. Con todos esos aires a favor, el Santa Isabel se exhibe orgulloso como una de las joyas para el turismo. •

miércoles, 27 de enero de 2016

La Farmacia-Museo Taquechel

• Entre los lugares más atractivos de la calle Obispo en La Habana Vieja, se encuentra una farmacia devenida tienda y museo, la cual rinde honores a su creador, el eminente farmacéutico Francisco Taquechel en 1898, quien le concedió a su tienda y laboratorio fama y preferencia durante muchos años.
En el año 1997 la antigua farmacia fue restaurada por la Oficina del Historiador de la ciudad, pues se encontraba deteriorada por el paso del tiempo, la ausencia de mantenimiento y por el grave incendio que allí tuvo lugar. La labor de restauración permitió rescatar su imagen, su mobiliario y la puesta en función de sus diferentes áreas, como el laboratorio, almacenes y comercialización, devolviéndole el encanto de épocas pasadas Este establecimiento ganó el prestigio en su época por la calidad de sus productos y los razonables precios. La decoración está inspirada en las corrientes francesas y por los avances de la alfarería europea del siglo XVIII. Sus estantes típicos de caoba están decorados con pomos de porcelana y cristal donde se almacenaban los medicamentos. También se encuentran adornos de mármol y las vidrieras, que constituyen elementos de gran atracción, por su belleza y conservación. Otros objetos que también se exhiben son los utensilios para la elaboración de los medicamentos y los libros de recetas con remedios naturales de la época. En la calle Obispo número 155 entre Mercaderes y San Ignacio se encuentra esta farmacia-museo, donde se comercializan medicinas homeopáticas, suplementos dietéticos, cosméticos, cremas de algas, mieles, productos derivados del cartílago de tiburón, vitaminas y minerales antioxidantes, para continuar la línea de excelencia que la marcó desde sus inicios. •