martes, 20 de octubre de 2015

El Caballero de París

• Una estatua de bronce y de tamaño natural, es un punto de atracción de todo visitante que pasea por la Plaza de San Francisco frente a la puerta de la Basílica del Convento del mismo nombre en la Habana Vieja. Esta obra fue realizada por el destacado artista José Villa Soberón, donde lo muestra como el eterno caminante que fue de toda la ciudad. La persona que representa fue el llamado Caballero de París, apodo que adquirió de las personas que lo veían paseando por la Acera del Louvre con una buena conducta, su forma de vestir con traje y capa negra, su pelo canoso y largo sujeto en la espalda y con varios libros y periódicos que siempre llevaba bajo su brazo. La vida de este hombre estuvo llena de contratiempos que lo fueron trastornando mentalmente, por eso hacia discursos incoherentes y tenia delirios de ser un gran personaje. Se supone que perdió la razón cuando fue arrestado en 1920 y encarcelado en la prisión del Castillo del Príncipe por un crimen que no había cometido, a partir de entonces deambulaba y dormía por las calles, pero no pedía limosnas. Su verdadero nombre fue José María López LLedín, nació en la aldea de Vilaseca de Fonsagrada, en la provincia gallega de Lugo España, el 30 de diciembre de 1899. A muchos habaneros les gustaba conversar con él pues les llamaba la atención toda esa fantasía que relataba con una hidalguía de un gentilhombre del pasado: (…) Yo soy un gran espada, un gran mosquetero, un gran señor de todos los señores. Está claro. Yo soy un auténtico, un legítimo Caballero de París, corsario con los hombres, galante con las damas, príncipe de la paz, divino emperador y rey del mundo”. “Es lógico que sea popular. Todo el mundo me conoce. Todo el mundo me mira. Yo soy la leyenda que camina, la tradición sagrada que recorre las calles. Yo soy no un hombre sino un dios... Un dios que persigue la paz entre los humanos y la guerra entre los guerreros.” (Fragmento del libro Yo soy el Caballero de París, del doctor Luis Calzadilla) Muchas son las historias sobre su familia y la vida de este popular personaje que terminó padeciendo una parafrenia que provocó su delirio imaginativo. El 7 de diciembre de 1977, el Caballero fue internado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana en Mazorra, en las afueras de La Habana, como acto humanitario. La razón fundamental para su internamiento no fue que amenazara a nadie, sino por su deplorable estado físico que terminó con su vida el 12 de julio de 1985. Por iniciativa de Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, sus restos exhumados fueron llevados a un sitio de privilegio, la Basílica del Convento de San Francisco de Asís, que hoy en la actualidad es una espléndida sala de conciertos. Muchos turistas que van a ver su estatua tocan su barba y una de sus manos, pues creen que así volverá algún día a visitar La Habana, creando así una nueva leyenda. • FOTO: Coralia Rivero

domingo, 22 de febrero de 2015

El jardín de Diana

• Entre las labores realizadas en La Habana Vieja se encuentra la creación de espacios, donde el diseño de la jardinería juega un papel esencial, acompañados con fuentes y esculturas que dan al conjunto un agradable ambiente. Uno de ellos es llamado El Jardín de Diana que rinde tributo a la memoria de la princesa de Gales (1961-1997). La creación de este jardín se realizó en una parcela de terreno, ubicada al fondo de la que antes fuera mansión de la renombrada familia Pedroso, uno de los inmuebles más antiguos de nuestra ciudad colonial, justo frente a la bahía habanera y muy próximo a la Plaza de San Francisco de Asís, en la calle Baratillo entre Carpinetti y Obra Pía. Ocupa un área que abarca los 740 metros cuadrados. Se utilizó pavimentos de gravilla que delimitan los senderos en medio de la vegetación y al centro se ubicó un estanque en forma de aro cubierto con cerámicas de colores, portando plantas acuáticas, y una pérgola formada por arcos. La decoración ambiental contiene obras de renombrados artistas de la plástica cubana como Alfredo Sosabravo, René Palenzuela y Juan Narciso Quintanilla. El área verde está compuesta de árboles y plantas ornamentales de diferentes países, como el roble, la ceiba brasileña, crotos y helechos entre otras especies. La realización de esta obra fue gracias a un proyecto de los especialistas de la entonces Dirección de Arquitectura Patrimonial de la Oficina del Historiador. La inauguración se realizó a los pocos meses después de la muerte de la princesa Diana de Gales, quien falleció en un accidente automovilístico en París el 31 de agosto de 1997. Su hermosa labor social estaba en encargarse cotidianamente de asuntos relacionados con los minusválidos, la infancia, los enfermos de SIDA, de cáncer y la gente sin hogar. Con el tiempo llegó a representar a más de 500 instituciones que promovían la protección y el amparo de aquellos sectores sociales de menos recursos. El bello rincón habanero, digno de respeto, ha mantenido su belleza para que el visitante encuentre, un lugar apropiado para el descanso, un ambiente de paz y meditación. “Hoy este jardín constituye un espacio de concordia abierto para gentes de todo el mundo que visiten La Habana”, como afirmó nuestro historiador, el Dr. Eusebio Leal el día de su inauguración. •