domingo, 1 de septiembre de 2013

La farmacia museo La Reunión

• Es una de las obras más importantes en restauración de La Habana Vieja, con una espectacular belleza artística e histórica, que nos da la ilusión de sentirnos plenamente a mediados del siglo IXX. Fue constituida el 20 de mayo de 1853 por Valentín Catalá, José Sarrá y Catalá, Antonio González y José Sarrá y Valldejulí, la sociedad Catalá, Sarrá y compañía. El día 10 de diciembre de 1877, queda al frente del negocio José Sarrá y Valldejulí, al fallecer su tio, quien sería —hasta 1882— el primer presidente del Colegio Farmacéutico, creado en 1880 y quien le dio un enorme impulso a esta obra, la cual llegó a ocupar varias casas formadas por las calles Teniente Rey, Compostela, Habana y Muralla, la cual se denominó como “manzana Sarrá”. Hacia 1886, La Reunión era una de las farmacias más elegantes y prestigiosas de la Habana, llegando a considerarse a principios del siglo XX la segunda en importancia en el mundo y la primera en Cuba. Los productos que aquí se comercializaban y los que se elaboraban —como su famosa Magnesia Sarrá de alta calidad con la cual obtuvo primer lugar en la feria de Matanzas en 1881. Además, se elaboraban los vinos medicinales, el Neuro-tónico, las píldoras de Chagres, otras patentes modernas y se importaban medicamentos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Se cuenta que uno de los factores que influyó en el rápido crecimiento de la droguería Sarrá, fue la existencia, en el mismo centro de la manzana, de un pozo de aguas naturales, de ocho metros de profundidad, que hasta hoy en día el agua se emplea en la fabricación de líquidos orales y para que los visitantes lo puedan apreciar se ha incluido en los recorridos turísticos programados. En el proceso de restauración por la Oficina del Historiador de la Ciudad se orientó rescatar, de cada período, el conjunto de exponentes más valiosos junto a los trabajos de arqueología donde se hallaron frascos con sus correspondientes etiquetas o inscripciones, los datos del comercializador y la ciudad de origen. En uno de sus techos se le construyó un lucernario, como suministrador de luz natural y protección contra la lluvia, debajo del cual se colocó un vitral artístico con posibilidad de ventilación natural. Por medio de fotos antiguas se pudo reproducir las lámparas, los mostradores de mármol y los cristales que faltaban, todos pintados con flores, excepto el central, que reza: La Reunión. Además, se rescató los apoyabrazos y apoyapiés, de bronce dorado, que ostentaban los comercios de antaño para la comodidad de los visitantes. En sus vitrinas se exhiben objetos que recrean la historia de las farmacias como morteros, balanzas y frascos, estos últimos encargados a la firma norteamericana Whitall Tatum & Co. El objetivo de esta obra no persigue la recuperación exacta de un período específico de ese inmueble, sino la recreación de toda la historia de las farmacias habaneras, incluida —por supuesto— la del legado de los Sarrá. La Reunión obtuvo, en la categoría de arquitectura cívica, mención de honor y premio de restauración, respectivamente, en la VI Bienal de Arquitectura de la Federación Caribeña de Asociaciones de Arquitectos (FCAA), celebrada en Willemstad, Curazao en el año 2007. Más allá de su función museística, aquí se venden productos farmacéuticos naturales y tradicionales, especias y plantas medicinales. En su dispensario original, el visitante puede ver cómo se elaboran los medicamentos y apreciar los libros de apuntes de recetas. Otras de las actividades que se realizan, son las conferencias sobre temas de educación para la salud muy interesante para todos. •

miércoles, 30 de enero de 2013

Centro Cultural Wilfredo Lam

• En una de las esquinas de la Plaza de la Catedral habanera, se asoma esta antigua Casa de los Condes de Peñalver, que ha sido convertida en una importante institución cultural, para la investigación y promoción de las artes visuales contemporáneas. Su construcción fue realizada durante el siglo XVIII, aplicando las mismas características arquitectónicas de las residencias coloniales de la época, ubicada en la calle Empedrado y San Ignacio. Ya en el año 1900 pasa a ser propiedad del señor D. Joaquín Lancis y Alfonso, donde en su estructura ya presentaba algunas subdivisiones destinadas al comercio, que posteriormente, fue cambiando de distintas compañías que hacían modificaciones para adaptar el edificio a sus necesidades. Años más tarde en la década de los años 50 presentaba un gran deterioro en su estructura, hasta que gracias a las labores de restauración por los especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad quedó convertida el 28 de febrero de 1983 en el Centro Cultural Wilfredo Lam (1902-1982) en honor al conocido pintor cubano. Hoy en día dispone de amplias salas de exposición, biblioteca y videoteca, con un vasto patrimonio bibliográfico y documental sobre las artes visuales contemporáneas de Asia, África, Medio Oriente, América Latina y el Caribe. Otras de las actividades que se realizan son los ciclos de conferencias especializadas y también posee una colección de obras donadas y compradas que se exponen de forma permanente. El evento más importante que promociona esta institución es la Bienal de La Habana desde el año 1984, donde artistas de varios países exponen sus obras, e intercambian opiniones con críticos, directores de museos, editores, galeristas, coleccionistas y público en general. •