martes, 29 de marzo de 2011

El Museo del Ron - Casa de los Condes de la Mortera


FOTO: Coralia Rivero
• Esta mansión fue construida entre los años 1772-1780, cuando pertenecía en propiedad al matrimonio Don José Fajardo Covarrubias y Doña Josefa Montalvo. Años más tarde en 1892, Don Ramón de Herrera, acaudalado naviero que ostentaba el título de Tercer Conde de la Mortera la compró para instalar sus oficinas de negocios.
La composición y originalidad en su arquitectura la destacan entre las primeras edificaciones del siglo XVIII. Su monumental fachada con estructura simétrica, está ubicada frente a la bahía de La Habana en la avenida de San Pedro 262, más conocida como avenida del Puerto de la ciudad.
La portada principal tiene unos cuatro metros y medio de altura y es unas de las mayores con una complicada y angulosa guarnición en su diseño. En su interior, adornado con plantas tropicales, se encuentra un bonito patio con dos arcadas en cada uno de sus cuatro lados que contrasta, por sus pequeñas dimensiones, con el resto de la casa.
Al igual que muchas edificaciones fue teniendo algunas transformaciones de acuerdo a la época del siglo XIX, cuando fueron sustituidos los techos de tejas por la cubierta plana de azotea y sus balcones de madera se sustituyeron por el hierro.
En la década del 60 del siglo XX estuvo ocupada por la Empresa de Navegación Mambisa en 1961, luego por la Academia de Ciencias en 1965 y en 1968 pasó al Consejo Nacional de Cultura.
Fue restaurada por los especialistas del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología en 1990, quienes eliminaron los añadidos que atentaban contra su imagen original, para entregarla al Ministerio de Cultura y así fue conocida entonces como la Casa del Joven Creador.
Más tarde, la Dirección de Arquitectura Patrimonial de la Oficina del Historiador, lo transforma en lo que es hoy el Museo del Ron, donde su principal atractivo es el trayecto con un guía que explica todo el proceso de la producción del ron desde sus inicios en la historia de esta bebida de la caña de azúcar, por medio de instalaciones montadas con esmero donde se aprecia desde el duro trabajo de los negros esclavos en el trapiche hasta nuestros días.
Al final del recorrido el visitante, en un ambiente del olor típico de la fermentación, puede degustar el exquisito Ron Havana Club o recibir clases de coctelería en una amplia gama de tragos cubanos de mayor reconocimiento internacional.•