viernes, 31 de julio de 2009

La Fortaleza de La Cabaña



FOTOS: Ahmed Velázquez

• Con setecientos metros de largo y una extensión de diez hectáreas, es sin duda la mayor y más formidable de las fortalezas que los españoles construyeron en el Nuevo Mundo.
Se comenzó la obra en noviembre de 1763, por el maestro Pedro de Medina, fue dirigida por el ingeniero Silvestre Abarca, y le dieron el nombre de San Carlos en honor al rey Carlos III de España.
El proyecto de construcción tuvo el mérito de ajustarse perfectamente al terreno natural donde se levanta, dándole una fisonomía no encontrada en otra parte del mundo. Su estructura es la de un polígono con baluartes, tenazas, revellines, foso, camino cubierto y vastos cuarteles y almacenes. Su figura asemeja a un águila con las alas extendidas, que a simple vista, este fuerte parece tener dos partes iguales, pero en realidad no es así pues sus dimensiones tuvieron en cuenta las zonas de más fácil acceso para el enemigo. Fuera del recinto amurallado aparece un enorme foso donde, dentro de él, se proyectaron dos terrazas, la de San Antonio a la izquierda y el de San Agustín a la derecha.
En los fondos de referencia del Archivo Nacional de Cuba aparece un libro titulado Proyecto de defensa de la Plaza de La Habana y sus Castillos, de Silvestre Abarca, donde se detalla minuciosamente todo el equipamiento de la Fortaleza de La Cabaña con municiones de guerra y con abundantes cañones para abastecer por seis meses a unos 3 000 hombres divididos en artilleros y tropa en general; esto demuestra lo colosal de la obra y su gran seguridad ante cualquier ataque enemigo de la época.
Se le considera también un fiel exponente del cambio de los sistemas defensivos experimentados en el siglo XVIII, debido a los progresos de la artillería, como la aplicación de los nuevos conceptos del ingeniero francés Vauban.
La construcción de la obra concluyó en el año 1774 y tuvo un costo de 14 millones de pesos. Se cuenta que el rey Carlos III al enterarse, pidió un anteojo para “ver desde Madrid la gran obra”.
Varios usos ha tenido este lugar, pero nunca sus cañones y sus muros enfrentaron defensa alguna. Durante las guerras de Independencia fue prisión de revolucionarios, y se hizo famoso el foso de Los Laureles, por haber sido lugar de ejecución de patriotas cubanos.
Esta fortaleza junto al Castillo de los Tres Reyes del Morro integran lo que es hoy el Parque histórico Militar Morro-Cabaña, convirtiéndose así, en el museo más extenso del país.
Una de las atracciones es, que desde el siglo XVIII, uno de sus cañones hace un disparo, diariamente, a las 9 de la noche, ya que se utilizaba como señal para cerrar las puertas de la muralla de la villa. Actualmente, se mantiene esa tradición que se realiza con una solemne ceremonia a la usanza de la época colonial. También pueden visitar La Comandancia del Che, las salas de colección de armas y la Feria del Libro, que se realiza cada año. •

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